Después de ese flash del cabello de Déborah, mis ojos se entornaron en blanco y lo siguiente que recuerdo, es estar en medio de la multitud de micrófonos, celulares y grabadoras escuchando las declaraciones del Procurador de Justicia del Distrito Federal. Con mi mano derecha sostenía fuertemente la grabadora con el rótulo de la agencia, intentando con temple de acero no meterla en la fosa nasal del procurador. En mi mano izquierda, apretada en un puño mantenía una tarjeta de presentación que se arrugaba entre mis dedos.
Gracias a Dios por los reporteros a mi cargo. Al llegar a la agencia, mi tarea inmediata sería transcribir lo dicho por los entrevistados y sacar la nota lo antes posible. Carolina sería la indicada para hacerlo por mí. Más que por su rapidez de escritura, por la vaporosa falda a cuadros que vestía ese día. Qué bien se miraba al descruzar la pierna para ponerse de pie y venir hacia mí. Qué bien se miraba al pasarme de largo, entrar a mi oficina y no voltear hasta llegar a mi sillón. Sus nalgas se veían más antojables que nunca, y esas piernas...
Mañosamente le dije que trabajara dentro de mi oficina para que los ruidos del exterior no le perturbasen mientras trascribía. Yo podría ver sus muslos mientras recordaba la tarde en el hotel con Cynthia.
Después de una cogida espectacular, ella se metió a la regadera, yo la seguí esperando que el vapor y la humedad me hicieran renacer de mis cenizas y junto con su cuerpo chorreante me provocaran una nueva erección. Sin embargo no sucedió. Me preocupé bastante porque no me había pasado eso antes. Me senté y me relajé un poco, entonces pude sentir una ligera hinchazón que prometía, pero al acercarme de nuevo a Cynthia volví a quedarme flácido.
No podía creerlo, pero mientras más lo intentaba menos se podía. Ella dijo que no me preocupara pero se podía notar el desánimo en su mirada. Salimos del hotel, volví a la oficina y esa misma tarde, al ver la llave del departamento que me devolvía Déborah tuve una erección instantánea que me duró más de dos horas.
¿Cuál era mi problema?
Por otro lado, sé muy bien que mis reporteros no son mis secretarias, pero este jueguito con Carolina estaba comenzando a excitarme. Le pedí que me comunicara con Aranza y le di la tarjeta de presentación; le ordené que utilizara el altavoz desde el principio.
La voz de Aranza era tan parecida, tan sonora; y le hablaba con tal claridad y cortesía a Carolina que dentro de mis pantalones ya se estaba fraguando una fiesta. Frente a mi reportera y potencial amante concerté una cita a cenar con otra mujer. Antes de salir sin despedirme le pregunté: "Caro, ¿quieres venir?".
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4 comentarios:
Creo que siempre se me desgarra el recuerdo y condenas a mis fantasías a un nuevo referente.
hay quienes somos cómplices y nos adentramos en concertar algúna dinámica por la cuál descubrirnos nuevamente o reinventarnos
A veces con estas cosas quiero pensar en el calor de un cuerpo a mi lado, pero no quiero decirlo abiertamente, sabedora de que sucumbiría al desenfreno o saltaría sobre alguien.
y de un arrebato cruzaría esa delgada línea que separa la cordura de mis impulsos o de la más absoluta enajenación. No puedo ser tan cínica como tú
tal vez lo logre si me paseo cínica por las sendas de mi indecencia y la poca cordura e intento aplacar la euforia que se desata en mi interior.
te leo... y a veces me adentro en la trastienda de las apariencias, tan reprochables como tiránicamente sinceras.
a veces, me recuerdas a alguien...
Hombres. Me gusta. Hombres. Me gustan. Já.
By the way... respecto a lo que dijiste... Asi es Claudio..
La guerra la tengo perdida desde el inicio... disfruto mis batallas..
Creo que es el el tuyo ha sido el comentario mas sensato que había recibido jamás... gracias.
.....Pasión.....
Al leerte me doy cuenta que los hombres no son tal y como lo pensaba a pesar de las oportunidades que se presentan sigues pensando en tu ex, que sosas no?
Los hombres siempre son peores de lo que sea que te puedas imaginar, NN.
Claudio, no te ofendas... jejeje
Saludos
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