La mesa para tres se estaba convirtiendo rápidamente en mesa para uno, para mí. Tenía el manjar dispuesto y servido, listo para tomarlo sin ninguna contemplación. Lo único que tenía que hacer era pronunciar las palabras. "Vámonos".
Lo hice no sin antes pensarlo por varios minutos. No porque dudara, sino porque estaba saboreando el momento como ningún otro antes. De verdad que no había pensado en Déborah en toda la noche, sin embargo, en el último minuto, una sonrisa de satisfacción cruzó mi rostro al imaginar lo que pensaría al verme ahora. Nada destrozado, sin recordarla, sin pensar en ella, listo para tener a dos mujeres deseosas en mi cama.
Obviamente no era así. Por supuesto que la extrañaba y por supuesto que esas dos mujeres acabarían en mi cama. ¿Cuando? Eso estaba por definirse.
Pedí la cuenta, y al momento justo de levantarme de la mesa, mi celular vibró. No, no era Déborah. Era de la oficina y si yo les había ordenado claramente que no me llamaran a menos que fuera una emergencia de proporciones titánicas, esa debía serlo. Atendí el teléfono.
Resultó que una balacera en el centro de la ciudad había dejado un par de muertos y a uno de nuestros reporteros herido. ¡Eso no podía estar pasándome! Carolina se volvió loca, claro, era lógico. De no haberme acompañado, hubiera estado cubriendo la fuente del Senado, a pocos metros de la balacera y esa bala perdida que hirió a Mauricio, su compañero, puso haberle tocado a ella.
Aranza estaba en día libre, y aunque el ánimo de reportera que trae en la sangre la impulsaba a ir al lugar de los hechos, no la dejé. Pedí un taxi para enviar a Carolina a su casa, pero de pronto, la estoicidad le volvió al cuerpo y me dijo: "No, iré al Senado". Me sorprendió su audacia pero al mismo tiempo me sentí orgulloso de ella, laboralmente hablando, claro.
Se despidió de mí con un beso largo y yo llevé a Aranza a mi casa. Cosas pasaron que recordaría toda la mañana siguiente.
Al llegar a la oficina, fresco y con una sonrisa en el rostro, me encuentro con la noticia de que Mauricio estará incapacitado mínimo seis meses. Es una pena pero lo primordial es su vida. Carolina está ahí, con la misma ropa que la noche anterior, no ha dormido y se le nota distraída.
Las malas noticias dentro de la agencia no me dejan disfrutar el recuerdo de la maravillosa noche que pasé con Aranza, quisá por única vez, no lo sé.
Era necesario suplir la ausencia de Mauricio, pero mis jefes ya se habían adelantado y me encuentro de frente, bueno, es un decir, con una reportera chaparrita. La conozco, fuimos colegas hace años y aunque ella es varios años mayor que yo, ahora seré su jefe. Mi mente comienza a maquinar un plan maquiavélico recordando las ofensas que me hizo en el pasado.
Mirándola hacia abajo, sonreí y le dije: "Nos encontramos de nuevo Yolanda".
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5 comentarios:
ñaca, ñaca, la vida da taaaantas vueltas.
esto parece una mesa de juego... las fichas puestas y de pronto hay una jugada no prevista.
estaré aqui pendiente del tablero.
siempre hay algo mas q esperar!!!
jajaja... Recuerda: 'la venganza es un plato que se disfruta en frío'...
Yo también hubiera preferido el llamado de la profesión que el de la irracionalidad.
Y jaja, la venganza es un plato que se come frío ah?
;)
Saludosss!
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